En este Año Santo, nos encontramos en un tiempo de gracia y renovación espiritual, un momento propicio para profundizar en nuestro carisma y misión como Dominicas de la Anunciata. El lema "Peregrinos de la Esperanza" nos invita a reflexionar sobre nuestro caminar en la fe y nuestra vocación de ser portadores de esperanza en un mundo que tanto lo necesita.
Como peregrinos, estamos en constante movimiento, siempre avanzando hacia la plenitud del Reino de Dios. Este peregrinaje no es solo un viaje físico, sino también un viaje interior, un proceso de transformación y crecimiento espiritual. La esperanza que llevamos en nuestros corazones es la luz que nos guía y nos sostiene en este camino, recordándonos que, a pesar de las dificultades, Dios está siempre con nosotros.
Nuestro carisma de Dominicas de la Anunciata, inspirado por San Francisco Coll, nos llama a ser anunciadores de la Buena Nueva, a llevar el mensaje de salvación y amor a todos los rincones del mundo. En este Año Santo, renovemos nuestro compromiso con esta misión, siendo testigos vivos de la esperanza que brota de nuestra fe en Cristo resucitado.
La esperanza no es una mera expectativa pasiva, sino una fuerza activa que nos impulsa a actuar con valentía y generosidad. Nos desafía a ser constructores de paz, promotores de justicia y defensores de la dignidad humana. Cada gesto de amor, cada palabra de consuelo, cada acto de servicio es una semilla de esperanza que plantamos en el corazón de los demás.
En este tiempo de gracia, aprovechemos la oportunidad para fortalecer nuestra vida comunitaria y nuestra relación con Dios. La oración, la Eucaristía y la meditación de la Palabra de Dios son fuentes de renovación que nos llenan de la fuerza necesaria para continuar nuestro peregrinaje. Recordemos que no caminamos solos; estamos acompañados por nuestras hermanas y hermanos en la fe, y por la intercesión de María, nuestra Madre, y San Francisco Coll.
Que el Espíritu Santo nos guíe y nos fortalezca en este Año Santo, y que nuestra esperanza se convierta en un faro de luz para aquellos que nos rodean. Sigamos adelante con confianza, sabiendo que somos peregrinos de la esperanza, llamados a transformar el mundo con el poder del Evangelio.
H. Angela de Rosario Ruiz Flores