El día 28 de noviembre, nos dimos cita en Casa Padre Coll, Lourdes, Colón, La Libertad, El Salvador. Nos congregaba la celebración del XIV Capítulo Provincial. La llegada, los saludos, la alegría del encuentro, dejaban entrever que a pesar de la distancia los lazos de fraternidad se mantienen y estos momentos hacen posible que se renueven.
Con la oración inicial se decía: “empezamos nuestro camino juntas con fe y esperanza, animadas por la fuerza del Espíritu, así es nuestro deseo, así se lo pedimos a Dios”… y es que nuestra oración fue un recorrido, un caminar que nos ponía a tono con lo vivido, con la herencia recibida de tantas hermanas que antes que nosotras mantuvieron la antorcha encendida y que ahora siguen acompañando, la luz del Espíritu que les animó a ellas, es la misma que acompaña nuestro caminar, así se representaba con un camino iluminado por velas, mismo que recorrimos, agradeciendo, celebrando, orando por todo lo que en nuestra Provincia y Congregación hay de vida, de entrega, de búsqueda de fidelidad. Oramos porque este tiempo de gracia que es el Capítulo, lo vivamos en abandono confiado en las manos del Padre que sigue confiándonos su obra.
El día 29, Hna. Ana Belén Verísimo García, priora general de nuestra Congregación, tuvo a su cargo orientar y animar la reflexión de los días de Espiritualidad, inició inquietando, cuestionando, invitando a vivir este tiempo especial con RESPONSABILIDAD, con PARTICIPACIÓN.
El primer momento de reflexión invitó a preguntarnos con insistencia ¿qué hacemos aquí? ¿qué o quién nos ha convocado? ¿para qué? ¿a quién debemos mirar para tomar las mejores decisiones? Estar aquí, es una responsabilidad ciertamente, pero nuestra mirada por, sobre todo, debe permanecer en la búsqueda de la voluntad de Dios. Recordó que hemos sido invitadas a CAMINAR JUNTAS, no de cualquier manera, debemos hacerlo acompañadas, en fraternidad, pero no de cualquier manera, debe ser con FE y ESPERANZA, sin olvidar que debemos poner todo de nuestra parte, pero con la certeza, seguridad y confianza que la obra es de Él, por ello caminamos ILUMINADAS POR EL ESPÍRITU SANTO.
Por la tarde, fuimos invitadas a Betania, lugar de encuentro, de descanso, de amistad, de reparar fuerzas, lugar en el que las medidas desaparecen pues lo importante no es llenar una agenda sino, compartir, vivir en profundidad, acompañamos a Jesús las veces que visitó a Marta, a María y a Lázaro, contemplamos las escenas, dejamos que nos permitieran “vivirlas”.
Al finalizar el día con símbolos que hablaban de encuentro, de diálogos, de invitaciones y cuestionamientos que el Señor nos hace, oramos pidiendo al Señor que nos permita y ayude a dejarnos hacer y enviar nuevamente, para que haga su obra a través nuestro en este capítulo. Sin duda alguna, un día intenso, profundo, sereno que finalizamos dejándonos en manos de María nuestra Madre.
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