Una gran alegría para la Provincia San Martín de Porres,  celebrar la generosidad  del SÍ de nuestras hermanas; como familia Anunciatista compartimos ésta Buena Noticia. 

Para culminar nuestro XX Encuentro de Formación, nos acompañó el P. Dionisio Martín Báez Bolaños, religioso Mercedario; con el tema: Espiritualidad y sinodalidad. Nos recordó que el Sínodo es una gracia del Espíritu Santo que nos debe de llevar a caminar juntas en la diversidad; es  un poceso que hacemos cada una de nosotras, con nuestra manera de ser Dominicas de la Anunciata. Nos iluminó con su experiencia de vida en la pastoral con los migrantes. También nos presentó a María como ícono de Sinodalidad y modelo de la vida Religiosa; nos sentimos identificadas en la búsqueda de hacer ese camino con la Iglesia como mujeres del Alba. 

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En nuestro quinto día de Encuentro nos centramos en el Inventario de la Vida, a partir de las siguientes preguntas: ¿Cuándo me siento totalmente vivo? ¿Cuáles son las cosas, acontecimientos, actividades que me hacen sentir que vale la pena vivir? ¿Qué es lo que hago bien? ¿En qué puedo contribuir a los demás? ¿Qué es lo que hago bien para mi propio desarrollo y bienestar? Dada mi situación actual y mis aspiraciones ¿Qué necesito aprender a hacer? ¿Qué deseos debo convertir en planes? ¿Qué recursos tengo sin desarrollar o mal utilizados? ¿Qué debo dejar de hacer ya? ¿Qué debo empezar a hacer ya? ¿Cómo afectan a mis planes y proyectos?. Se compartió en plenaria y en pequeños grupos de vida, nos recogimos ante el Santísimo para orar y agradecer nuestra historia. Cerramos el día presentando la síntesis de lo trabajado en estos días con cantos, dramatizaciones y un compartir fraterno. La oración de Vísperas giro en torno a la persona que somos y la luz de la fe que cada una comparte.  Cerramos el día con un acto cultural preparado por las comunidades.

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En nuestro cuarto día de encuentro, seguimos el recorrido en nuestro interior, fuimos invitadas por la Licda. Karen Arreola a tener presente que cada una somos valoradas y amadas por Dios, por lo tanto, somos seres indispensables, irrepetibles e inreemplazables. El compartir en grupo se convirtió para cada una en una gran riqueza. En la oración de Vísperas recogimos todo lo vivido, con el símbolo de la perla.

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